El limbo de las variantes perdidas

El limbo de las variantes perdidas.

Autor: Jaime Fernández de Bobadilla

(Adaptado de «el limbo de las letras«)

¿Quién no ha perdido alguna vez una variante? En medio de una partida, una variante ganadora, magnífica que luego desaparece como si nunca hubiera existido ¿Quién no ha dicho a su contrincante «¿Cómo era esto?» al final de la partida. Hay multitud de variantes desaparecidas, combinaciones ganadoras, sacrificios de mate que intentas reproducir y ya no existen. No vienen las jugadas exactas. Aquí gano ¿Por qué ganas? Mira la posición: está ganada. No sé, todas pierden ¿Por qué está ganada? Ya no. Pasó el momento. “La próxima vez lo anotaré detrás de la planilla. La próxima comprobaré la variante antes de jugar. «La próxima vez tendré más cuidado”. Sí, pero ¿Y esta vez? Esta vez no tiene arreglo.

El otro día perdí una variante (y la partida). Fue después de una de esas partidas que tenía (de esas que todos tenemos) ganadas. Creo que si ganara todas las partidas que he tenido ganadas sería campeón del mundo _Lo malo es que eso le pasa a todos los jugadores de ajedrez y no todos podemos ser campeones del mundo a la vez _ Después de mucho buscar analizar con mi contrincante y no encontrar más que «aquí pierdo dos peones, aquí una pieza a cambio de ¿nada? aquí … aquí me dan mate», me dio por pensar que, tal vez, las variantes perdidas tienen un destino: el limbo de las variantes.

Allí las variantes, huérfanas de jugador, pasean, dan vueltas, bailan, buscan un tablero y, a veces, lo encuentran. Ahí vive “mate en siete de un cachete” con “ el vino que tiene Asunción no es blanco ni tinto ni tiene color”. A veces las variantes no encuentran su sitio y se rompen en jugadas sueltas ¡Qué solas están las jugadas cuando están sueltas! Y son tantas…

Algunas jugadas tienen sentido aunque estén solas en el limbo. Casi siempre porque terminan uniéndose otras en una combinación. Otras apenas se las apañan como pueden. Caballo siete alfil jaque casi siempre sobrevive, porque molesta muchísimo si hay un alfil o una dama como un puñal detrás del caballo. Otras no sirven para nada, me refiero a «dé jaque, puede ser mate».  Un jaque como si con eso te dieran una décima de punto. Aunque tiene su sentido dar jaque ¡Por lo menos en esta no pierdo! ¿Y dos jaques? ¿Qué me decís de dos jaques seguidos? Aunque no lleven a ninguna parte. Aunque el rey vaya donde quiere ir… ¿Quién se resiste a un par de jaques seguidos? Sobre todo cuando estás perdido. ¡Te vas a enterar! Ahora verás: jaque y jaque… y rindo un par de jugadas después porque me ha quedado con tres peones de menos en un final de torres.

En el limbo de las variantes perdidas, también hay jugadas que nunca se han jugado. Los finales de peones que nadie jugó jamás viven en el limbo de las variantes y en el libro de Maizelis de la colección escaques, que creo (estoy casi seguro) que nadie ha leído entero jamás. Dicen que ni siquiera el mismo Maizelis lo leyó entero (los últimos capítulos se escribieron solos). Posiciones fantásticas buenas y malas que se multiplican. Otras que imaginaste y están ahí en el limbo de las variantes perdidas. Y nosotros (humanos) habitamos este planeta y estamos, a veces, tan perdidos como las variantes.

Aún así, nunca debes perder la ilusión: cuando menos lo esperes, jugando una partida, encontrarás una posición increíble y rescatarás del limbo una variante imaginada y quizá esta vez sí. Esta vez la repasarás una y otra vez y parece que funciona. Sí. Vas a ganar a un Gran Maestro. Por primera vez. No puede ser verdad ¿O sí? Voy a repasarlo otra vez. Los segundos pasan ¡A ver si voy a perder por tiempo! Parece que funciona. Sí. Vamos ¿A qué espero?

_Dama seis torre jaque (muevo con mano temblorosa)

_Rey por dama.

_Torre cinco torre jaque.

_Rey por torre.

_Torre uno torre jaque…

_Rinden.

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